Romand, el falso médico que estafó y mató a toda su familia: “Soy un asesino”

Las caras del mal

Este mentiroso patológico llevó una doble vida durante dos décadas

Condenado a cadena perpetua, Jean-Claude podría salir próximamente en libertad condicional tras veintiséis años en prisión

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Jean-Claude Romand, el falso médico que estafó y mató a toda su familia

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La mayoría de los homicidas se caracterizan por aparentar lo que no son. Sus seres queridos suelen describirlos como personas cercanas, cariñosas y excepcionales padres y compañeros de vida. Pero, esta doble vida, en la que el crimen y la familia juegan un papel fundamental, puede llegar a sobrepasar los límites. El francés Jean-Claude Romand es uno de ellos. Creó durante dieciocho años una vida de ficción.

Falseó su titulación médica; hizo creer a todos sus allegados -tanto familiares como amigos- que trabajaba para una importante institución como la OMS (Organización Mundial de la Salud) y que había encontrado una vacuna contra el cáncer. El falso médico lo hizo para enriquecerse.Sus actos jamás levantaron sospechas hasta que, tras casi dos décadas, ocurrió una catástrofe.

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Jean-Claude Romand, en la escuela

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Mentiroso patológico

La infancia de Jean-Claude Romand en la pequeña ciudad francesa de Lons-le-Saunier transcurrió con total normalidad. Se mostraba como un niño atento, amable, cercano y muy buen estudiante. No tenía ningún comportamiento extraño ni nada que apuntase a que padeciese un trastorno mental.

Se matriculó en la Facultad de Medicina y, aunque el primer curso lo aprobó sin ningún tipo de problema, durante el segundo año su vida cambió para siempre. No se presentó al examen de fisiología -se quedó dormido- y jamás volvió a la facultad. Este hecho marcaría su presente y su futuro. No quiso reconocer lo que le había pasado, así que hizo creer a todo el mundo que había aprobado. Ningún compañero comprobaría si estaba mintiendo.

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Jean-Claude Romand, foto familiar

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Ideó un plan para continuar con la falacia. Dejó de ir a clase, pero siguió leyendo para adquirir conocimientos. Utilizaba las noticias de la prensa como fuente de información y se tragaba todos los programas de televisión sobre el tema. Tenía que aparentar ser médico.

En aquella época pasó de ser un chico deportista a engordar veinte kilos. Además, se enamoró de la que sería su mujer, Florence. Meses más tarde, durante la visita de un amigo suyo, Jean-Claude urdió el segundo engaño. Le explicó que había estado desaparecido porque le diagnosticaron un cáncer y tuvo que dejar de acudir a la facultad.

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La boda de Jean-Claude Romand y su mujer Florence

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Nadie lo puso en duda, ni siquiera su novia. Al contrario, utilizaba su supuesta situación para dar pena y así acercarse y conquistar a Florence. Entre todas las enfermedades posibles eligió el linfoma como su particular cáncer, al ser una afección que provoca en el paciente muchos altibajos y conlleva períodos de aparente salud.

Tenía que volver a la universidad, así que decidió cambiar sus horarios a fin de no levantar sospechas. Para todos sus compañeros, Jean-Claude era un buen alumno que aprobaba todos los exámenes y al que el gobierno francés le había concedido una beca para poder finalizar la carrera. Un buen día comunicó que había terminado y que la OMS le ofrecía otra beca para trabajar en su sede de Suiza. Su familia y amigos se alegraron por él.

Una invención muy real

Se casó con Florence en 1984 y en los primeros tres años de matrimonio tuvieron dos hijos: Carolina y Antoine. El francés no trabajaba, pero para continuar con su ficción visitó la sede de la OMS. Recopiló todo tipo de documentos, sobres, sellos, y se iba a la biblioteca para estudiar todo lo concerniente a esa institución. Se inventó que sus jefes de la OMS le tenían en mucha estima, de ahí el envío de regalos de cumpleaños a sus hijos.

Jamás trató médicamente a sus amigos o familiares, argumentando que no podía debido a la relación afectiva que les unía. También viajaba continuamente por todo el mundo. Muchas veces su mujer le llevaba al aeropuerto y él aprovechaba para alquilar una habitación en un hotel cercano.

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Carolina y Antoine, hijos de Jean-Claude Romand

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Cuando regresaba, explicaba exaltado todo lo que había estado haciendo, qué investigaciones estaba realizando y cómo se sentía. Un dato curioso es que no dejaba que nadie le molestase en el trabajo, con lo que se aseguraba no ser descubierto.

Sin embargo, ¿de dónde sacaba el dinero si no trabajaba? La respuesta la encontró en su entorno, a los que estafó descaradamente haciendo que invirtiesen grandes cantidades de dinero en experimentos y curas falsas para el cáncer. Otro modo fue engañar a pacientes con cáncer real convenciéndoles de que había ideado una cura que podría salvarles la vida. El único problema es que debían mantenerlo en secreto porque formaba parte de un estudio confidencial gestionado por la OMS. Aquella medicina la vendía a un precio desorbitado.

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Mujer e hijos de Jean-Claude Romand

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Con el dinero que iba entrando en la cuenta de la familia Romand, Jean-Claude compró una mansión de lujo, llevó a sus hijos a escuelas privadas y se cambiaba de coche anualmente. Logró estafar más de un millón y medio de euros.

Pero llegó el año 1991 y tal era su tren de vida -incluso mantenía a una amante- que los ingresos no le daban para asumir tanto gasto. La sospecha comenzó a cernirse sobre Jean-Claude y empezaron a destaparse sus mentiras. El 9 de enero de 1993, preso de una fuerte angustia, el francés tomó una drástica decisión.

El adversario

Arribó a casa, donde le esperaba su mujer y sus dos hijos de siete y cinco años. Tenía muy claro que iba a asesinarlos. En la cocina, donde Florence estaba preparando algo de comer, agarró un rodillo de amasar y la golpeó mortalmente. Después cogió su rifle calibre 22 y fue en busca de los pequeños. Les disparó causándoles una muerte instantánea. Por último, acabó con el perro.

Con una pasmosa sangre fría, el parricida limpió la sangre esparcida por toda la casa y salió a pasear. Horas más tarde visitó a sus padres en la localidad de Clairvaux-les-Lacs, en el vecino departamento del Jura, y los ajustició de la misma forma. Esperó a que terminasen de comer y entonces los acribilló a balazos.

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Jean-Claude Romand en una foto familiar junto a sus padres

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La siguiente en la lista era su amante, con la que pasó la noche en París pero a la que perdonó la vida. Ya el día 11 de enero regresó a su domicilio, se tomó un frasco de barbitúricos y prendió fuego a la casa con él dentro. Los bomberos llegaron justo a tiempo para salvarle la vida. Eran las 4:15 horas de la madrugada. Estuvo una semana en coma, pero se recuperó sin secuelas.

Cuando las autoridades investigaron el incendio, se encontraron con un mensaje de Jean-Claude: “Un pequeño accidente puede causar la injusticia y la insensatez. Lo siento”. No había duda, él había sido el autor de la matanza.

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Foto de la casa de Jean-Claude Romand tras el incendio

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El juicio se celebró el 25 de junio de 1996 y al tercer día Jean-Claude intentó explicar el motivo de los macabros asesinatos. El parricida afirmó que los cometió por “el temor de decepcionar”. No podía soportar la frustración de su familia al enterarse de que todo había sido una invención. Según él, su familia no hubiera aceptado la verdad. “La última imagen, Florence junto a mí llamándome. La siguiente imagen, soy yo con un rodillo en la mano y la sangre...”, declaró.

Además de estas cinco muertes, le acusaron de asesinar a su suegro varios años antes. Murió tras caer por las escaleras de su casa después de que la víctima exigiese a su yerno el dinero que le prometía por las ficticias inversiones.

Libertad condicional

El tribunal lo condenó a cadena perpetua y actualmente permanece en la cárcel francesa de Châteauroux, aislado por su propia seguridad. Se muestra como un preso “modélico, solitario y rodeado de imágenes piadosas”, asegura el diario Liberátion. Uno de los psiquiatras que lo examinaron antes del juicio, habla de ese acercamiento a la religión: “Pareció haber encontrado una cierta redención mística que le ayuda a asumir su culpabilidad y la realidad del proceso”.

Otra de las personas que trató con Romand en 1999, es el escritor Emmanuel Carrère que publicó un libro titulado El Adversario. En él recoge las cartas que intercambió con el parricida: “Me impactó el vacío total que rodeaba su impostura. No había nada detrás de su doble vida. Ni un vicio, ni una perversión sexual. Simplemente deambulaba. Había algo misterioso. Estaba convencido de que no encontraría una clave, pero quería aproximarme a esa especie de ventana al vacío, de agujero negro, que está en todos nosotros”.

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Ficha policial de Jean-Claude Romand, el falso médico que asesinó a toda su familia

AP

Carrère tuvo el mismo sentimiento que los psiquiatras que lo trataron: Jean-Claude Romand fue completamente consciente y responsable de sus actos llegado el momento.

“Nunca he sido tan libre, nunca la vida fue tan bella. Soy un asesino, tengo la imagen más baja que pueda existir en la sociedad, pero esto es más fácil de soportar que los veinte años de mentira de antes”, aseveró Romand una vez encarcelado. De hecho, el pasado año, el parricida pidió la libertad condicional. Un derecho al que tenía acceso desde 2015. Sin embargo, pese a ese proyecto de reinserción que incluiría un puesto de trabajo, el Tribunal de Aplicación de las Penas de Châteauroux estimó el pasado 8 de febrero que su salida no puede “garantizar un justo equilibrio entre el respeto de los intereses de la sociedad, los derechos de las víctimas y la reinserción del condenado”.

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Jean-Claude Romand durante el juicio

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Tras la resolución de no concederle la libertad condicional, el parricida interpuso un recurso ante el Tribunal de Apelación de Bourges. Será éste quien en el plazo máximo de dos meses deberá determinar si Jean-Claude Romand está preparado para ser libre. De dar la razón al preso, es posible que el próximo mes de mayo el falso médico pise por primera vez la calle tras veintiséis años encarcelado.

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Jean-Claude Romand, el falso médico

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